MUNDO MACHANGO

KOW: El Despertar


En esta primera campaña, que consideramos de prueba, nos decidimos por el sistema Five Battles o 5B, en el que se juegan entre 4 y 5 partidas de tamaño y puntuación incremental.

Los contendientes fueron Orcos y NoMuertos.

Decidimos que el trasfondo se fuera generando solo. Al final de una batalla, el vencedor escribiría un relato que enriquecería la historia. El resultado fue apasionante. A continuación os dejamos todo el material.

Campaña Kings of War
EL DESPERTAR


Cap.0: Introducción

El anciano corrió tan rápido como pudo hasta su estudio, respirando profundamente a cada paso para intentar controlar los latidos de su agitado corazón. Afuera, el viento arrastraba un canto lúgubre entre las tinieblas de aquella hora tardía. Apartó los papiros que había estado ojeando la tarde anterior, y afianzó una gruesa vela sobre un robusto candelabro. Luego la cebó con fuego y aceite de su farol. 

- Las señales son claras -mascullaba-. Los cuervos ya no cantan en el crepúsculo. No hay correos desde Grimd. El aire es más denso, sí. . . puedo notarlo. El silencio ha engullido la tierra. Me ahogo al respirar, sí. ¡Me ahogo! 

Rebuscando en una pila de libros enmohecidos por la edad, encontró un tomo de pequeño tamaño, pero encuadernado con un gusto exquisito. De piel de alce oscurecida, con las esquinas de la portada y contraportada labradas con tallos nervados en fino oro deslucido, la sola visión del libro le hizo contener la respiración por un momento. Parecía como si, ante su bella factura, estuviera reuniendo el valor para leer entre sus secretos.

Tiró del punto de libro, confeccionado en hilo trenzado rojo y amarillo, y descubrió unas páginas amarillentas escritas con letra temblorosa.

-Carlsson Robstein -dijo entre susurros-, cuéntame tu verdad. Tu nombre está maldito. ¿Hasta dónde la seguiste? ¿Hasta dónde?

El anciano buscó entre las páginas con delicada parsimonia, y anotó unos nombres en la esquina de un papiro con un carboncillo desgastado. Estiró el brazo hasta alcanzar un pergamino enrollado que se mezclaba con otros tantos en una estantería, y al desplegarlo descubrió un antiguo mapa trazado sin demasiado cuidado. Acercó el candelabro y consultó los nombres que había anotado. Luego dibujó una línea imaginaria con el dedo índice, como uniendo varios puntos.

- Teggaux, Hostl, Maleem, Erengrad . . . su rastro de muerte. ¡El Obelisco Negro!

Una imagen de terror cruzó por la mente del anciano, y sus ojos se abrieron de par en par. Y así permaneció largo rato, sin pestañear. Cuando recobró el control de sus pensamientos, se sintió desfallecer.


Apagó la llama de la vela con sus dedos índice y pulgar, y abrió el paso del aceite en el farol para dar más luz. Subió pesadamente las escaleras de crujiente madera hacia el palomar, y allí anilló al ave que le parecía más robusta. Escribió un mensaje en un trocito de pergamino y lo introdujo en el anillo de la paloma. Agarrándola con las dos manos, puestas sobre las alas, contuvo el aliento un momento. Notaba sus piernas temblar, y el vacío de sus entrañas apoderándose de su alma. 

-Ya viene -dijo-. Ya está aquí. 

Abrió el ventanal del palomar de un codazo. El viento agitaba violentamente las ramas de los árboles, como látigos lacerando la oscuridad de una noche sin luna. 

-Ya viene. Funesta trinidad.

Abrió las manos y la paloma emprendió el vuelo arrastrada por el viento. Se mezcló en las tinieblas y desapareció. El anciano cerró el ventanal con dificultad por la fuerza del viento, y permaneció inmóvil unos instantes, mientras lágrimas imposibles de contener brotaban de sus ojos. 

-Ya viene. La Bella Muerte.